viernes, 19 de noviembre de 2010

Hipocresía 101

Nuevo curso, nuevas asignaturas y nuevos profesores. Es el ciclo de la vida, siempre hay un periodo de adaptación a las novedades, pero nunca esperas encontrarte lo que vengo a contarles hoy, lo crean o no, es una historia real.

Al estar en una carrera de ciencias, tenemos contínuamente prácticas, y todos los años surgen los mismos problemas para poder organizarlas sin necesidad de recurrir a la clonación. En esta asignatura en particular, los grupos no eran lo suficientemente grandes para albergar a todos los alumnos, y tras hablarlo varias veces con el profesor por fin se abrieron más huecos para todos. Todos contentos. Semana siguiente, llega el profesor a clase y comienza el discurso sobre nuestra irresponsabilidad. La razón, una alumna no ha acudido a la práctica de ese día y ese hueco se ha quedado libre. La alumna se excusa: no acudió porque encontro hueco en otra práctica y se apuntó poco antes de que empezara. El profesor no se quedó satisfecho del todo, pero la charla y consecuente pérdida de tiempo de clase terminó ahí.

Amanece un nuevo día. El sol brilla, los pájaros cantan y nosotros acudimos en compañía de nuestras ojeras rumbo a una práctica. No falta nadie, no vaya a ser que tengamos problemas de nuevo. Pasa el tiempo y no aparece el profesor. Pasada la media hora de el supuesto comienzo de la práctica nos dicen que el profesor no acudirá a la práctica. Quién sabe, probablemente tenga sus problemas, pero no deja de resultar irónico.

A partir de este día nos empezamos a acostumbrar a que llegase tarde, tanto a clase como a prácticas, e incluso a que no apareciese, bien fuera con un aviso previo por correo o por sorpresa. De hecho, un día apareció 20 minutos tarde, entró en la clase y cerró la puerta antes de que a algunos nos diese tiempo a entrar. Una vez todos dentro, nos sentamos y nos dice que no va a permitir que entremos después que él que es una falta de respeto y que no puede perder el tiempo. Acto seguido nos comenta que ese día no podrá impartir la clase y se marcha. Algunas semanas después, estábamos en la clase anterior a dicha asignatura y la profesora se había ilusionado un poco y se le pasó la hora. No llegaban a 5 minutos, pero nuestro queridísimo profesor abrió la puerta muy serio, la miró y masculló un escueto: Ya ¿no? Ella se marcha muy apurada, él entra a clase y pasa alrededor de quince minutos quejándose del incidente, argumentando que siempre le pasa igual, a lo cual asumimos que será cosa de otros años, porque en nuestra presencia nunca había sido. Al acabar la clase nos dijo que tenía que darse prisa con el temario, pero que no tenía tiempo porque tenía otras cosas que hacer. Antes de salir dejó caer la perlita "y si el resto de profesores me deja mi tiempo" con dos cojones.

Siguiente clase. No éramos demasiados porque los exámenes ya empezaban a causar estragos. Esperamos dentro de la clase para evitar otro sermón. Pasa el tiempo y nadie llega, y nos empezamos a oler la situación. Comprobamos que no hay ningún correo avisando. Finalmente aparece media hora después sin dar ningún tipo de explicaciones y en un estado algo sospechoso pero que no podemos comprobar pues nadie se acerca a olerle el aliento. Entonces comienza un discurso sobre nuestra falta de interés y profesionalidad respecto a los estudios y nuestras responsabilidades. En ese momento me dí cuenta de que nos habían cambiado la asignatura y estábamos asistiendo a lecciones de hipocresía. Clases magistrales, eso sí.

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